"África" es mi homenaje al continente que, a lo largo de la historia, ha sido visto como una tierra rica, exótica y misteriosa, pero al mismo tiempo, una región largamente explotada y silenciada. En esta escultura, he querido representar su esencia a través de una figura femenina recostada, sensual y serena, que simboliza la belleza intrínseca de África, aún dormida, aún en espera.
La mujer descansa plácidamente, su cuerpo se fusiona con la superficie, como si fuese una extensión del propio paisaje africano: sus colinas, sus valles y sus ríos. Su pose sugiere calma, pero también una promesa de despertar. África es, para mí, un continente lleno de potencial humano, una fuerza dormida que aún no ha desplegado toda su grandeza.
Su rostro, relajado y despreocupado, parece ignorar el pasado de explotación y sufrimiento que ha marcado su historia, mientras sus piernas cruzadas proyectan una seguridad natural, como si el continente, pese a todo, supiera que un cambio se avecina, que su despertar es inevitable.
Sin embargo, esta es solo mi interpretación. Cada observador puede encontrar su propio mensaje en esta figura. ¿Es un retrato de resignación o de esperanza? ¿Es el reposo de quien ha sufrido o de quien está a punto de levantarse con fuerza renovada? La interpretación queda abierta, porque al fin y al cabo, la belleza de una obra de arte reside en la multiplicidad de lecturas que permite.