"Norte y Sur", una obra en bronce que captura la tensión de dos cuerpos entrelazados, como si la tierra misma los hubiese esculpido con la fuerza bruta del conflicto. Sus formas son toscas y primigenias, sus músculos tensados se aferran con desesperación en un acto de lucha que, a primera vista, parece físico, pero que en su esencia revela mucho más.
Los hombres se toman por el cuello, en una batalla eterna, suspendidos en el momento crítico en que todo puede desmoronarse. Están al borde de la caída, sus cuerpos doblados bajo el peso de una carga invisible. El espectador podría preguntarse si luchan entre sí o si intentan sostenerse mutuamente ante la inminencia del abismo.
El título, "Norte y Sur", es una alegoría del mundo dividido. El Norte, próspero y acomodado, se enfrenta al Sur, empobrecido y luchador. Este conflicto de fuerzas no solo es físico, sino simbólico, un reflejo del desequilibrio y la tensión latente entre las regiones ricas y pobres del planeta. Es la lucha entre la opulencia y la miseria, el poder y la resistencia. Sin embargo, el verdadero poder de esta escultura reside en su ambigüedad.
Esta es la interpretación que como creador ofrezco, pero cada observador es libre de encontrar su propio relato en la interacción de estos cuerpos. Podría ser una lucha interna, un conflicto con el otro o incluso con uno mismo. Os invito a una reflexión íntima sobre el equilibrio de fuerzas en el mundo, y en nosotros mismos.
La textura rugosa y la postura contorsionada de los cuerpos evocan una energía cruda, casi elemental, donde la materia misma parece vibrar con la tensión del momento. Y, sin embargo, en esa brutalidad, se asoma una extraña belleza, una poesía del combate que resuena en lo más profundo de nuestra ancestral naturaleza humana.